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¿Por qué es importante un lenguaje inclusivo y no discriminatorio en las comunicaciones?

BEATRIZ DE ANDRÉS, DIRECTORA DE ART MARKETING Jueves 7 de marzo de 2019

Hace unos días, sonó el teléfono en mi oficina, era la hora de la comida y como todas las compañeras estaban en el comedor, atendí personalmente la llamada. 

Me quedé e sorprendida y molesta. Aquí transcribo la conversación que mantuve, para que quien lo desee identifique las cuestiones que me generaron indignación.

 

13:59

– Buenos días, pregunto por el gerente

– Buenas tardes, de parte de quién por favor

– De la empresa xxx

– ¿Para qué asunto, por favor?

– Somos una empresa de páginas webs y queremos contactar con el gerente.

–  

 

Como en el juego de las diferencias, aquí algunas de las cosas a reflexionar:

 

1.- La hora:

 

– Llamar a la hora de la comida o un minuto antes es innecesario Si hay alguien en su puesto de trabajo, es porque, como yo, estaba demasiado ocupada para comer en este momento.

– Y si no lo hubiera estado, desde luego estaría deseando parar a comer y no atender llamadas… Es más, a lo mejor fue el hambre lo que me hizo estar tan susceptible de los errores y ponerme a escribir estas anotaciones.

– Luego, por supuesto, está el no saludar correctamente, todo lo que pase del medio día ya son buenas tardes.

 

Bueno, vamos a pensar bien, y perdonar estas dos cosas. A lo mejor, la persona que llamaba llevaba toda la mañana haciendo lo mismo, a puerta fría, desde primera hora, y no se había dado cuenta de cómo había pasado el tiempo, ni miró el reloj.

 

2.- El motivo:

 

¿No sería más interesante antes de ponerse a llamar saber dónde se llama?

 

La persona que llamó o la persona que dirigía la campaña de telemarketing se puso a marcar un teléfono y pretender acceder al máximo responsable de una empresa, sin tener ni idea a qué se dedica la empresa en cuestión.

 

– No está siendo eficiente con los recursos de tiempo y dinero.

– No está siendo eficaz porque ha perdido una oportunidad de poder haber establecido otro tipo de relación.

 

Si se llama a una empresa, sería interesante, en primer lugar, tener cierta de si son potenciales clientes. Pero antes que esto, es clave no telefonear a la competencia ¿no? 

 

3.- El machismo:

 

Parto de inicio que aunque la persona que llamaba era una mujer, está siguiendo un guión preconfigurado del que no puede salirse demasiado. Tampoco importa si quien escribiera ese argumentario fue un hombre o una mujer…. Pero por qué preguntó por “el gerente” y no por “la gerencia” o por “la dirección” o por “la persona responsable”… No utilizó una fórmula que integrara la posibilidad de que la gerencia de una empresa pueda ser tanto de una mujer como de un hombre.

 

Preguntar por “el gerente”, además de evidenciar que no se tiene ni idea de dónde se está llamando, deja fuera a millones de mujeres directivas y propietarias de empresas que son las gerentes de sus organizaciones.

 

¿Por qué se da por sentado que es un hombre? ¿Por qué no utilizar cualquiera de las decenas de fórmulas del lenguaje neutro (por no hablar de desdoblar cada palabra en dos géneros que reconozco que a veces es cansino) que integran a los dos géneros en una palabra?

 

Conclusión: la discriminación debe empezar a cerrar puertas.

 

Pero lo peor, lo que más me molestó del machismo implícito en la pregunta, y reconozco que por primera vez en 20 años que llevo de empresaria, es que nunca había sido consciente de ello. Eso significa que yo misma he sido víctima y cómplice, al mismo tiempo de crear esta desigualdad.

 

Es más, como yo no suelo coger el teléfono, esta anécdota nos llevó a abrir el melón en la oficina. He preguntado a mis compañeras (para quien no nos conozca, hablo en femenino porque somos todas mujeres y no por el esnobismo de hablar con el género femenino como discriminación positiva) y confirman que la mayoría de las veces las llamadas suelen preguntar por “el director” o por “el gerente” y que ellas mismas tampoco se habían parado a pensar en la trampa que el lenguaje nos estaba poniendo sin darnos cuenta.

 

Por eso, como profesional del marketing hago un llamamiento para que entre todos se contribuya a un mundo más igualitario desde nuestros trabajos.

 

1) Cada vez que pensemos en una campaña, en un comunicado, en un argumentario de telemarketing, debemos autoanalizarnos todos para no caer en la trampa de preguntar por “el gerente de la empresa” y dar por sentado que es un hombre el que toma las decisiones.
 

 

2) Empecemos a premiar a las empresas que lo hacen bien en ese sentido. Felicitándoles en las redes sociales, compartiendo el contenido y si nos conviene, contratando esos servicios o comprando esos productos.

 
3) Como consumidores, hagámosles saber a las empresas que en cuyas campañas no muestren a las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres, que ahí reside un tufillo sexista.
 

 

4) Hablo de informarles y de hacerles ver, pero, lógicamente, si después de advertirlo, no cambian, entonces deberíamos ir más allá y dejar de comprar y hasta boicotear.
 

 

5) Como profesionales, cuando hablemos con nuestros clientes, démosles campañas inclusivas, trabajemos con más autocrítica y preguntémonos siempre, ya sea en el lenguaje verbal o en el iconográfico, estamos ofreciendo una imagen de igualdad.
 

 

6) No nos valen respuestas del tipo “la sociedad está así”. Porque nuestra materia prima no es solo el presente. Con el marketing y la publicidad, estamos siempre en el mundo de los deseos, en el mundo de las posibilidades, de las aspiraciones… Por tanto, podemos permitirnos reflejar la sociedad que queremos lograr.
 

 

7) No se trata de lucha de géneros. No es ser uno más que el otro o viceversa. Sino de no presuponer que ciertos roles o profesiones los ejercen hombres o mujeres eliminando al otro sexo de esa posibilidad.
 

 

8) La revolución de la igualdad no es solo en el ámbito de lo público (las empresas, la política, la cultura, la ciencia, la educación…) sino también, y sobre todo, en lo privado y en lo doméstico. Haciendo visibles y privilegiando modelos de hogares corresponsables. 
 

 

9) Seamos conscientes de los micromachismos, que, aunque no nos hieren directamente, y no les prestemos atención porque no son evidentes, de alguna forma son la gota china, que va minando las ambiciones de las mujeres, hasta llegar a confundir la verdadera voluntad con la voluntad adquirida.

 

10) Pero, sobre todo, debemos reflejar en nuestro trabajo, que la igualdad es un asunto de ambos sexos. Tenemos que estar muy atentos todos, porque los estereotipos de género son tan peligrosos para las mujeres como para los hombres, a los que también se etiqueta y limita.

 

11) Ojo con los tratos de favor y con la discriminación positiva. En algunos ámbitos puede ser útil para revertir una situación muy desigual, pero ha de tener unos límites muy definidos. La igualdad es igualdad de derechos y deberes, y hay que jugar en el mismo tablero y con las mismas normas.

 

Dicho esto, yo me comprometo a revisarme de vez en cuando y recordárselo a mis compañeras para que también recuerden que la igualdad, empieza por uno/a mismo/a.

 


Artículo de Beatriz de Andrés, directora de Art Marketing