miércoles, mayo 8, 2024

Los errores de comunicación de la ley “solo sí es sí”. ¿Está a tiempo el Barça de aprender de ellos?

NURIA GISPERT (ESTUDIO DE COMUNICACIÓN) / La posición y la comunicación por parte del Ministerio de Igualdad de Podemos es una de las mejores lecciones que podemos encontrar en nuestro archivo político de lo que no hay que hacer para evitar una crisis política así de cómo no se debe gestionar ésta cuando el primer precepto se ha ignorado.

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Por Nuria Gispert, Change & Leadership Coach en Estudio de Comunicación / 19 de abril de 2023

Las leyes son un instrumento de servicio al ciudadano esenciales para mantener el orden y la justicia social. Entendemos que se modifiquen o se implementen por diferentes motivos, como pueden ser el cambio de los valores sociales o para garantizar que promuevan la igualdad y la justicia en una sociedad que está en continua evolución. En definitiva, modificar ciertas leyes es fundamental para garantizar que sigan siendo relevantes, efectivas y que reflejen la comunidad a la que sirven.

El éxito de aceptación de la reforma de una ley, depende no solo de que esté bien hecha sino también de su correcta comunicación al público. Teniendo en cuenta que las leyes se fundamentan en el servicio que prestan al ciudadano, éste será el primer destinatario de la nueva ley y su comunicación debe de ser entendible y transmitida de manera didáctica.

El primer error de comunicación tuvo lugar cuando no se quiso evitar una crisis como consecuencia de las prisas por sacar adelante una ley que no estaba lo suficientemente revisada. Desde el Gobierno y desde el Ministerio de Igualdad se aseguraba de forma precipitada que esta reforma del código penal “no iba a suponer una rebaja de las penas, ni menos aún, una revisión a la baja de sentencias firmes”.

Sin embargo, en contra de lo que se había afirmado, la aplicación de esta nueva ley empezó a generar unas consecuencias graves sobre la ciudadanía, posibilitando la rebaja de algunas condenas por abuso y agresión sexual y forzando varias excarcelaciones. Se confundió al ciudadano y, en contra del espíritu de la ley, las primeras víctimas empezaron a sentirse revictimizadas. Por su parte, el Ministerio de Igualdad dio la imagen de creerse estar por encima de la ley y de los procesos legales, que pareció despreciar al no hacer uso de ellos, acusando un desprestigio por hacer las cosas sin el debido cuidado. Segundo error.

El tercer error de comunicación de la Sra. Montero y de su ministerio de igualdad derivó de no entender o no atender debidamente la grave crisis que no habían sabido evitar y que se estaba gestando en esos momentos. La comunicación en situaciones de crisis es la herramienta clave que tienen las empresas, personas y organizaciones para prevenir que determinada situación acabe en un conflicto susceptible de provocar unos daños futuros irreparables. En lugar de adoptar una estrategia de comunicación que evitara consolidar la crisis e intentara que ésta no afectara a las partes no contaminadas tanto del Gobierno de Sánchez como del propio Podemos, la Ministra Montero rehuyó la autocrítica y descartó cualquier fallo en la nueva ley mientras culpaba a la derecha mediática y política y a los jueces, de una mala aplicación de la ley consecuencia de su sesgo machista. Esta postura continuó erosionando la confianza del público tanto en el gobierno como en el sistema legal.

Conforme la liberación de presos y la reducción de penas se iban sucediendo en cantidades ya alarmantes, exponiendo el desastre en toda su magnitud y la crisis llegaba a toda la población con una rapidez mayor de lo que llegaba la comprensión de la ley, se siguió responsabilizando a terceros de cualquier fallo en su correcta comprensión o cumplimiento. No se informó de ninguna intención por parte del Ministerio de Igualdad de revisar los posibles efectos negativos de la ley, o de considerar la implementación o fortalecimiento de mecanismos de revisión y supervisión para futuras leyes, sino todo lo contrario, el ataque a los jueces por parte de Montero se recrudeció, ofensiva a la que se unió la secretaria de Estado de Igualdad y Contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez “Pam” con diversos ataques a políticos. Cuarto error.

El quinto error del Ministerio fue dejar a la oposición que se limitara a constatar lo obvio y se apropiara de su propio relato: se convirtió en el mayor defensor de los derechos de las mujeres, protector de las víctimas y castigador de violadores. No necesitó criticar el espíritu de la ley, atacando solo su legislación.

Cuando el Gobierno del PSOE empezó a comprender que estaba siendo contagiado por el virus de la incompetencia, acusado de no interferir ante un error gravísimo con sus socios de gobierno y a percibir que podía empezar a gangrenarse su apéndice, optó por la amputación. El Gobierno evitó el desgaste a toda costa dinamitando la unidad con UP anunciando una revisión de la ley que corrigiera sus defectos, acabando de un plumazo con el espectáculo.

Las consecuencias de esta vanidad política no han podido ser más nefastas para todos; Las víctimas, que han visto como sus agresores salían de la cárcel (74) o se les veía la condena reducida (721). La propia ley, que vio cómo el foco de la comunicación pasó de centrase en sus bondades con avances feministas (tanto en aspectos educativos, pedagógicos como de prevención de la violencia) a dirigirse hacia la mala gestión del gobierno y a la incapacidad de una ministra de cumplir con responsabilidad sus funciones, teniendo que ver además cómo el fuego amigo se refería a su actuación como “soberbia infantil”. El ciudadano, que desatendido por el propio gobierno, tuvo que ser rescatado de su perplejidad por los medios de comunicación a base de diagramas. Y el propio feminismo, que quedó desacreditado por la actitud intolerante, ignorante y vengativa de su autoproclamada abanderada.

¿Está a tiempo el Barça para aprender del Ministerio de Igualdad y rectificar todos los errores que están cometiendo? ¿Podrá Laporta hacer autocrítica y explicarnos con humildad qué es lo que ha pasado con el caso Negreira? ¿Seguirá dejando que los otros clubs se apropien del relato? ¿Seguirá culpando a la prensa, a los árbitros y a los demás clubs de su descrédito?


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