ARTÍCULO DE MONTSERRAT ARIAS (BEMYPARTNER) / Muchas veces gestionamos crisis que suceden en las empresas por causas imputables a su gestión, errores, accidentes… Pero ¿qué sucede cuando sobreviene una situación excepcional? En este caso, además, no había manera de conectar y comunicar con los empleados. Veamos algunos consejos.
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Por Montserrat Arias, CEO de Bemypartner / 30 de abril de 2025
Equilibrio ente la calma y la actuación
Ayer vimos que mientras había personas que hacían como si nada, otras parecían temer la llegada de la tercera guerra mundial. Mantener un equilibrio razonable, de ver qué va sucediendo, pero ir tomando algunas medidas, ayudará a una mejor gestión. Desde la empresa debemos transmitir este punto de equilibrio.
Protocolo previo de actuación
Aunque es complejo predeterminar todas las situaciones, algo que es seguro que, muchas veces, por el sesgo de positividad obviamos que “lo peor es posible”. Plantear algunos escenarios complejos nos puede ayudar a tener previstas soluciones, por ejemplo, de evacuación de personas o de criterios de actuación.
Autonomía local
Igual que en las administraciones, también los y las líderes locales deben tener autonomía para la toma de decisiones cuando no pueden esperar el visto bueno de central.
Animar a volver a la normalidad dentro de lo razonable
Extender innecesariamente una situación excepcional puede llevar a más pérdidas en la empresa que al final también perjudican a los trabajadores. Adoptar medidas de flexibilidad laboral y ser comprensivo con las personas que puedan tener más dificultades puede ser el camino para una vuelta a la normalidad lo más rápida posible.
Informar siempre
Tener información, aunque parezca que no tenemos grandes novedades, nos da sensación de seguridad por lo que en lo posible podemos ir reportando novedades que den tranquilidad y sensación de control.
Detalles concretos
Ayer, el presidente Pedro Sanchez nos hablaba con precisión y cifras de los gigavatios, los trenes paralizados, etc, pero en realidad daba pocos detalles de lo sucedido. Sin embargo, estos detalles numéricos -cuantos más mejor- dan sensación de control y conocimiento de la situación.
No especulación
Si no sabemos algo es mejor no especular sobre ello. A veces cuando nos preguntan y repreguntan tendemos a aventurar posibilidades, pero solo sembramos la duda y, si resulta ser erróneo, tendremos que desdecirnos, cosa que aunque no es tan grave, es mejor evitar.
Si nos hemos equivocado, reconocerlo y rectificar
Si hemos tomado una decisión que luego vemos que es mejor modificar, podemos corregir lo antes posible explicando las causas que nos llevaron a ello.
Empatía equilibrada
Los y las líderes deben ser empáticos ante las problemáticas del equipo, pero sin pasarse y dejar que se conviertan en paño de lagrimas para el equipo y que todo el mundo pase a priorizar sus asuntos personales sin más. La empatía excesiva se convierte en buenismo y las empresas deben responder también ante sus clientes y la necesidad de resultados para su supervivencia.
Aprendizaje y mejoras
De estas situaciones solemos ver que existen vacíos en nuestros sistemas de crisis y de gestión. Es importante no dejar que el tiempo pase y se relativicen los problemas. Cambiemos y mejoremos aquellos procesos que facilitarán el salir mejor de la siguiente crisis.
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