martes, marzo 25, 2025

‘Inundar la zona’ y la política como espectáculo: estrategias de comunicación de Donald Trump para controlar la agenda informativa

Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha desplegado una estrategia de comunicación basada en dos pilares fundamentales: la saturación informativa y la espectacularización del poder.

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Por Redacción, 21 de febrero de 2025

Esta táctica, denominada «Inundar la zona», busca copar la agenda mediática con un aluvión de anuncios, decretos y medidas, impidiendo que la opinión pública y los medios puedan analizar cada decisión en profundidad.

A esto se suma una puesta en escena cuidadosamente calculada para reforzar su imagen de líder audaz y disruptivo, recurriendo a figuras influyentes y situaciones llamativas para generar impacto visual y emocional.

Una cascada de medidas para dominar la narrativa

Uno de los aspectos más evidentes de la estrategia de Trump es su tendencia a lanzar una gran cantidad de medidas en un corto período de tiempo. En su primer día de mandato, firmó 26 órdenes ejecutivas, superando con creces los registros de presidentes anteriores. Estas órdenes abordan temas como la seguridad fronteriza, restricciones migratorias y desregulación económica, elementos clave en su agenda política. Si bien su equipo de comunicación había adelantado que firmaría más de 100 decretos en sus primeros días, la cifra sigue siendo significativamente alta y dificulta que opositores y analistas puedan procesar el impacto real de cada acción.

Esta táctica no es nueva en el ámbito político. Steve Bannon, exasesor de Trump, popularizó la expresión «Inundar la zona con mierda» para describir la estrategia de sobrecargar a la prensa con información excesiva, dispersa y en muchos casos contradictoria, con el fin de generar confusión y desgaste en quienes intentan fiscalizar al gobierno. Al bombardear a la ciudadanía con múltiples anuncios y reformas, el gobierno logra que los debates se fragmenten y se pierda el foco en cuestiones específicas, lo que le otorga mayor margen de maniobra.

El espectáculo como herramienta de comunicación

Más allá de la cantidad de medidas, Trump también ha convertido su presidencia en un espectáculo continuo. En sus primeros días en el cargo, ha protagonizado una serie de eventos cuidadosamente diseñados para captar la atención del público y consolidar su imagen de líder carismático e inquebrantable.

Un ejemplo emblemático de esta estrategia es la reunión con Elon Musk en el Despacho Oval, donde el magnate tecnológico apareció acompañado de su hijo de cuatro años. La imagen de Musk, sosteniendo a su hijo en un entorno tan solemne como la Casa Blanca, se convirtió rápidamente en un símbolo de la relación entre el poder político y el empresarial. Durante la reunión, Musk y Trump conversaron sobre la reducción de la burocracia gubernamental, con el expresidente adoptando una postura observadora y calculada. Esta puesta en escena refuerza la narrativa de Trump como un presidente pragmático que se rodea de los líderes más influyentes del mundo para impulsar cambios disruptivos.

Además, la firma de decretos se ha convertido en un evento televisado con una coreografía bien definida: Trump sentado en su escritorio, firmando documentos con gestos exagerados y mostrando cada papel a las cámaras antes de entregarlo a sus asistentes. Este formato, que ya había utilizado en su primer mandato, refuerza la imagen de un líder en acción, decidido y sin titubeos.

Otro recurso recurrente ha sido el uso del Air Force One como escenario para anuncios importantes. En un reciente viaje a Florida, Trump realizó una rueda de prensa a bordo del avión presidencial, rodeado de banderas estadounidenses y asesores estratégicamente ubicados para transmitir una imagen de poder y liderazgo. Estas imágenes, reproducidas en bucle por las cadenas de televisión y redes sociales, contribuyen a construir un relato en el que Trump es presentado como el comandante supremo en pleno ejercicio de su autoridad.

Implicaciones y riesgos de la estrategia

Si bien esta estrategia ha demostrado ser efectiva para mantener la atención pública centrada en su figura, también ha generado críticas. Algunos expertos en comunicación advierten que la sobrecarga informativa puede derivar en desinformación, ya que muchos ciudadanos no tienen el tiempo ni los recursos para analizar en detalle cada anuncio. Esta situación puede facilitar la propagación de información errónea o la omisión de aspectos clave en la toma de decisiones gubernamentales.

Por otro lado, el uso del espectáculo como herramienta política plantea interrogantes sobre la seriedad del ejercicio del poder. Si bien la política siempre ha tenido un componente escenográfico, el enfoque de Trump lleva esta tendencia al extremo, priorizando la imagen sobre el contenido. La presencia de Elon Musk en el Despacho Oval, por ejemplo, generó debates sobre el grado de influencia que los empresarios pueden ejercer en la toma de decisiones sin ocupar cargos públicos.

Además, la espectacularización del poder puede tener efectos contraproducentes en momentos de crisis. Si bien la estrategia de Trump se basa en mantener el control de la narrativa, una eventual crisis económica, un conflicto internacional o un escándalo político podrían desestabilizar su imagen y exponer las debilidades de su modelo de comunicación.


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