MIGUEL ANGEL ROBLES, SOCIO CONSULTOR DE EUROMEDIA COMUNICACIÓN Jueves 17 de diciembre de 2015
Miguel Angel Robles, socio consultor de Euromedia Comunicación, ironiza en este artículo sobre ridículo y compulsivo abuso de anglicismos en el sector de la comunicación.
El otro día conocí a un tipo que era el managing director de una importante consultora transnacional con casi más sedes que deudas, pero quizás estoy exagerando en lo de las sedes. Aunque se definía como especialista transmedia, su pinta era más bien la de un especialista en moda, un it-boy, manifiestamente metrosexual y trendsetter, aunque por momentos a mí me parecía más bien un becario, o uno de esos niños grandes que hacen como que trabajan pero que en realidad juegan, porque siguen en los mundos de Yupi, aunque oliendo a gomina y perfume caro.
Creo que os podéis imaginar el perfil. De esa clase de ejecutivos que no tienen secretarias o secretarios, sino assistants que están como un cañón, y con los que practican a menudo el speak up, que no es ninguna guarrería, sino un ejercicio de listening que les ayuda a enriquecerse (personalmente) y a no estar siempre up, up, porque ellos son muy del top down, y de mezclarse para cogerle el pulso al worker, pues, aunque uno sea un poco owner o incluso owner del todo, hay que tener feedback por encima de todo y sobre todo below de uno mismo.
Para este especialista transmedia, el feedback de hecho era lo más importante en comunicación, y lo más importante en la vida, más que un buen barbero, más que una camisa a medida con tus iniciales, y más incluso que tener un ipod último modelo, aunque su aspecto parecía delatar lo contrario. El feedback, dijo, es una religión, es el nuevo buda -qué cojones, ya puestos, podía haber dicho el nuevo mahoma-, y hay que hablar, hablar y hablar, y después seguir hablando, porque si el contenido es el king, la conversación es la burguer, o laqueen, que ya me lío, así que nuestro managing director incidía todo el rato en la importancia del speak up (no sólo con tu assistant), y también en lo fundamental que es resetearcontinuamente, y arriesgarse a perder el back up, que debe ser el background de toda la vida pero digitalmente reseteado, abiertos al change, que digo yo que lo sencillo que le hubiera resultado decir cambio, aunque pensándolo bien amazing changes es algo que sonaba bastante bien, incluso con su pronunciación.
Escuchándolo, o sea practicando el listening con él, yo no daba crédito a que un tipo transmediático e hipertextual de tal calibre hubiera tenido tiempo de agendar ese meeting con unos pobres pardillos de provincias como nosotros, algunos de los cuales tenían que irse disimuladamente a la wikipedia para saber de qué coño estaba hablando el nota, y hubo incluso quien no pudo reprimir una carcajada cuando su speech torció hacia el mentalismo corporativo, que no sé si tiene que ver algo con la serie de la Sexta, aunque desde luego con ese nombre no me extrañaría que se convirtiera en otro nuevo buda, porque molar, mola mazo, y después de todo ya estamos hasta lo más hondo de la Responsabilidad Social Corporativa, que nos dio juego durante algunos años, pero ahora empieza a ser un coñazo, y larga uno cualquier rollo sobre los stakeholders, y toda la peña pone cara de aburrida, quizá porque ya sabe lo que significa esa palabra tan de fondo de armario, pero de fondo, fondo, así que ya no hay magia ninguna ahí, charme cero, dónde va a parar el mentalismo, eso es cooly trendsetter de petarlo, de sacarlo a la calle y que la gente se te quede mirando, e incluso de hacerte un selfie, mentalistamente hablando.
Tengo que chequear mis apuntes y testearlos (también nos dijo que testear es importante de narices) con los professional que me acompañaban, que la verdad es que no sé si lo eran bastante pues daban la impresión de no estar enterándose de un carajo, pero tuve la sensación, o más bien el feeling, de que nuestro managing director no había pisado nunca la redacción de un medio, aunque hay que reconocerle que sí se había ido de brunch y de lunchy no sé si de algo más con algunos directores comerciales, tan persuadidos como él de que el futuro estaba, of course, en el storytelling y, dentro del storytelling, como point fundamental, como keyword del copón, en el brand journalism, que yo no me aclaré del todo si se refería a que los comunicadores hagamos lo que hemos hecho toda la vida, o a pagar a los medios para que ellos mismos lo hagan, y dejarnos a nosotros más tiempo para ir al barbero, a mí me dio la impresión de lo segundo, aunque quizás esté equivocado, porque con tanto nueva budaes sencillo despistarse.
Mucho más claras me quedaron las ideas de que la diferenciación empieza en un buen sastre (eso no lo dijo, pero I watch it) y que hay que ser trans en todo menos en las grasas, y sobre todo transversal, you know, y practicar el brainstorming hasta en la cama, no sé si vertical, horizontal o transversalmente porque a eso no llegó, y acumular expertise, que por el entusiasmo con el que lo decía debe ser algo mucho mejor que la experiencia, y monitorizar hasta hartarse, y llevar a tus events a un chef top, o un top chef, no me quedó claro el orden de los factores y si afectaba al producto, para en cualquier caso tener con él un pedazo deexperience, medio gastro y medio corporate, y mentorizar con paciencia y sin mentarle los muertos a nadie, y tener un buen time line de todo, y sobre todo de los cumpleaños de tu hijos para poder conciliar, y potenciar tu marca personal, and be social y acumular followers, e integrar a los influencers en tu estrategia 2.0 para poder viralizar, cuidar la huella digital, regar constantemente tu ecosistema para apagar los fires, y medir, medir y medir… aunque no sé exactamente el qué, si lo larga que algunos exhiben tenerla o lo manifiestamente dura que tienen su face, que como todo el mundo sabe viene de facebook.
Nota del autor: La situación que se describe en el artículo es ficticia y el managing director que lo protagoniza no es ningún perfil en concreto, sino un compendio aleatorio de algunas estupideces variadas que he ido escuchando de distinta gente últimamente y de la peligrosa deriva que por momentos parece que está siguiendo un mundo profesional, el nuestro, el de la comunicación, repleto de anglicismos y expresiones hueras, en el que ya cabe todo, incluso el mentalismo corporativo, que, la verdad, ya nos vale.