martes, diciembre 3, 2024

De la reputación corporativa a la “reputacción”: un reto moral para empresas y comunicadores 

ARTÍCULO DE DAVID MARTÍNEZ PRADALES (MASORANGE) / “Puedes ganar unas elecciones o ser un gran cargo público o privado pese a tener una reputación malísima. Es cada vez más habitual”. De esta forma, el gran comunicador Txema Valenzuela Valenzuela expresaba sus dudas sobre el valor que le damos a la reputación.

Por David Martínez Pradales , Gerente de Comunicación Externa de MASORANGE / 25 de noviembre de 2024

Mi respuesta, siempre desde la incertidumbre que da la experiencia (es falso que aporte más certezas), es que debemos entender la reputación corporativa como un imperativo categórico, tanto para empresas como para instituciones e individuos. 

Hablo, por supuesto, de la buena reputación que se construye desde la verdad de los hechos y no como espejismo propagandístico. 

Porque, quizás, parte del problema sea que llevamos mucho tiempo hablando en comunicación de valor y precio refiriéndonos a reputación y entre todos la hemos convertido en un bien de mercado más, en otro producto de la oferta de una empresa o una persona (recordemos el concepto de marca personal).

Por eso no extraña que la mala reputación se venda hoy con la etiqueta de rebeldía y se utilice como reclamo comercial tanto en campañas electorales como en barberías. El propósito de muchas compañías lo podemos leer en el tatuaje del brazo de un coctelero. 

Y resulta deprimente comprobar que, en el bazar de las apariencias que abre sus puertas en este tiempo extraño, hay sabores reputacionales que resultan, aunque sean repugnantes por el daño que hacen al cuerpo social, apetecibles para muchos consumidores. 

Por eso creo que los comunicadores deberíamos haber insistido más en la necesidad de hidratarse que en el sabor del refresco. Más en Kant y menos en Bernays. 

La buena noticia es que aún estamos a tiempo de empujar con nuestra actividad, práctica o teórica, el concepto de “reputacción” frente al de reputación

Esa “c” puede marcar una gran diferencia: la del ser frente al parecer que es otra manera de formular la paremia de origen bíblico que tan olvidada tenemos: “por sus frutos los conoceréis”. En fin, no sé si me explico.