ROSA MATÍAS, DIRECTORA DE PROYECTOS DE WELLCOMM Viernes 1 de septiembre de 2017
Por suerte, no siempre que un profesional abandona una empresa lo hace obligado por un despido o por la finalización de un contrato laboral.
Hay un buen número de ocasiones en las que es el empleado quien toma la decisión de cambiar de aires y buscar nuevos horizontes de crecimiento en una compañía distinta.
Se trata de una situación de cambio que deberás gestionar con minuciosidad, estilo y tacto para lograr que el ciclo concluya felizmente, sin efectos perniciosos ni daños colaterales. Por todo ello, intentaremos proporcionarte unos sencillos consejos que sirvan para facilitar la casi siempre importante transición de una empresa hacia otra con perspectivas de fortalecer tu desarrollo profesional.
Lo primero que hemos de confesarte es que no es tarea fácil cambiar de un puesto específico a otro más atractivo en una empresa nueva para ti. Cuando adoptes la firme decisión de abandonar tu actual empleo, ten perfectamente atado tu próximo proyecto profesional, con el máximo nivel de garantías formales y legales que puedas conseguir. Nada de saltos en el vacío, ni de riesgos innecesarios en tan crítica transición.
Cuando una nueva empresa te comunica que confía en ti y desea contar contigo en un futuro inmediato, es inevitable sentir una emoción más o menos intensa, un aumento en la auto-confianza, un verdadero ‘subidón’ de ánimo. Este cambio súbito a veces nos empuja a abusar de la soberbia y a tener tentaciones de marcharnos dando un sonoro ‘portazo’ y despreciando a los que, hasta ahora, han sido nuestros patronos. ¡Grandísimo error!
Cuando cambiamos de empresa y aceptamos responsabilidades profesionales más retadoras es una de las mejores oportunidades para mostrar lo más excelso de nuestro bagaje actitudinal. Sin duda, es una inmejorable ocasión para ser elegante, considerado/a y generoso/a . Un auténtico dandy o my lady al más puro estilo ‘old fashion’. Para lograr todo esto, no olvides:
- Avisar lo antes posible de tu futura marcha a las personas de referencia en tu actual empresa.
- Los motivos de tu decisión tendrás que enunciarlos siempre en términos positivos: ‘cambio de ciclo’, ‘motivos personales’, ‘deseos de experimentar nuevas vivencias profesionales’, etc.
- Subrayar tu agradecimiento por haber contado con la oportunidad de trabajar con ellos.
- No formular nunca críticas negativas o destructivas sobre la compañía que vas a abandonar. La vida da muchas vueltas y nunca sabes si tendrás que encontrarte de nuevo con tus antiguos jefes o compañeros, en calidad de clientes, proveedores, partners o por nuevos escenarios o situaciones no previstas. Recuerda que tú no eres el único que se mueve, que evoluciona y que cambia profesionalmente.
- En tus últimas jornadas de trabajo en la firma que abandonas, ofrécete explícitamente para ayudar a buscar a tu sustituto o incluso para prestar tu apoyo personal y hacer más fácil el relevo.
- Trata, por todos los medios, que tus últimas semanas en la organización que vas a abandonar sean de ‘buen rollo’, sin rencores, vendettas, agravios o cuentas pendientes que ajustar. Si en algún momento las hubo, este será un buen momento para olvidarlas y otorgarle el protagonismo a las sonrisas, los apretones de manos, el agradecimiento y el buen rapport con tus viejos colegas. ¡Nunca se sabe!
- Cuando comiences a trabajar en la nueva empresa, recuerda mantener algún contacto periódico informal con tus antiguos responsables, colegas y colaboradores. Que no te olviden fácilmente.
- Ten presente que es positivo hablar bien de tus antiguos y de tus nuevos jefes, independientemente de que se lo merezcan o no. A buen seguro que no te beneficiará en lo más mínimo andar criticando a hurtadillas a todo el mundo, como si fueras una verdulera cotilla, un cuñado resentido o un triste portero de finca urbana.
Y por encima de todo, recuerda que tu nuevo trabajo posiblemente no será el último en tu carrera profesional. A tu currículo aún habrá que sumarle nuevas páginas.