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Supervivencia profesional: cómo no salir perjudicado tras una fusión

REDACCIÓN Jueves 25 de octubre de 2018

Agencias de comunicación y empresas de todo tipo viven procesos de fusión, con la duplicidad de puestos que esto conllea. ¿Qué hacer para sobrevivir?


La empresa X y la empresa Z anuncian su fusión. En el departamento de comunicación de la empresa X trabajan 7 personas y en el de la empresa Z son 5 los profesionales que desempeñan estas funciones. Se estima que el tamaño ideal del departamento de comunicación de XZ, la empresa resultante, es de 9 comunicadores, por lo que sobran tres. Uno de ellos será un Dircom.

 

En los tres primeros meses del año, se produjeron en nuestro país un total de 473 fusiones y adquisiciones. Esta es una noticia que se produce con cierta asiduidad, tanto si hablamos de empresas como también de agencias de comunicación. Cuando vivimos una fusión, por lo tanto, corremos riesgo de ser despedidos o reubicados en unas funciones que, tal vez, no sean de nuestro agrado. ¿Qué estrategias debemos seguir para no salir perjudicados? Aquí tienes algunas ideas:

 

Empresa dominante y fusionada.

 No siempre ocurre así, pero la supervivencia suele estar determinada por la posición de nuestra empresa en la operación de fusión. No es lo mismo una fusión de igual a igual entre dos compañías, que cuando una empresa compra a otra. En este último caso, la posición de la primera, y previsiblemente de los profesionales que la integran, es dominante frente a los de la empresa adquirida. Esto no quiere decir que los directivos y profesionales de la comprada vayan a la calle, pero en muchos casos sí parten con una cierta desventaja en el proceso de integración.

 

¿Eficaces o gente de confianza?

 Los expertos en recursos humanos explican que son los profesionales más eficaces, y que han demostrado su valía a lo largo de los años, los que logran sobrevivir en una fusión. No obstante, esta teoría es mucha veces desmentida por la realidad. Es lo que ha ocurrido en los casos en los que han predominado otras motivaciones de tipo personal, como suelen ser la confianza en las personas con las que se ha venido trabajando o los posibles recelos hacia directivos de la otra empresa.

 

Antigüedad y tipos de contratos.

 La edad y las condiciones contractuales que tenga cada profesional también puede influir en las reducciones de personal que se suelen producir en las fusiones. Así, en algunos casos, pueden utilizarse recursos como las jubilaciones anticipadas, las bajas incentivadas o la no renovación de contratos.

 

Adelantarse a los acontecimientos.

Lo normal en una fusión es que muy pocas veces tengamos margen de maniobra, ya que las decisiones se toman de forma piramidal. Las órdenes vienen de arriba. Lo que sí podemos hacer es, antes de que ocurra la fusión, tener planificadas las distintas opciones con las que contamos. Una fusión no se produce de una día para otro y sin previo aviso. Lo normal es que previamente haya trascendido en forma de rumor. A partir de ese momento, podemos empezar a hacer nuestra planificación de futuro. Una maniobra puede ser la de intentar cambiar de departamento o pivotar hacia algún área muy especializada en la que la competencia sea más reducida. Otra posibilidad, si lo vemos muy negro, es empezar a hacer networking para buscar trabajo en otra agencia o empresa.

 

La opción de la movilidad geográfica.

 En los casos de fusiones entre multinacionales o de dos empresas de diferentes países, siempre cabe la posibilidad de aprovechar la coyuntura para trasladarnos a otro país donde seguir desarrollando nuestra carrera profesional. Hay empresas que, en las fusiones, valoran la disponibilidad de los profesionales a cambiar de lugar de trabajo.

 

El conocimiento de otras lenguas.

Y no nos referimos al inglés, un idioma dominado por los profesionales de nuestro sector, sino a otras lenguas menos habituales (alemán, japonés, chino…). Si la fusión de nuestra empresa se produce con otra de un determinado país, el conocimiento de su idioma podría multiplicar nuestras posibilidades de permanencia y de ascenso dentro de la empresa resultante.

 

Flexibilidad para aceptar la nueva cultura de empresa.

 Una fusión implica un cambio en los métodos de trabajo y en la cultura corporativa. Hay profesionales que se resisten a salir de su zona de confort y muestran resistencias a aceptar la nueva situación. Estas actitudes son especialmente vigiladas (y perseguidas) por los responsables de recursos humanos, que buscan sobre todo perfiles profesionales flexbles que sepan adaptarse de buen grado y con rapidez a los cambios que toda fusión trae consigo.

 

El don de gentes.

 La facilidad para relacionarte con tus nuevos compañeros y jefes es otra habilidad que te puede ser muy útil en una fusión. Ser, en definitiva, un buen relaciones públicas tanto dentro de la oficina como fuera de ella: en recepciones, cócteles o cualquier otra clase de acto social.