martes, octubre 8, 2024

La inteligencia aplicada al lobby: una necesidad para las empresas

ARTÍCULO DE ANDRÉS LAGUNA (NITID). Ante la constante vorágine de escenarios geopolíticos impredecibles y la indiscutible interdependencia de los distintos actores sociales, la reducción de la incertidumbre se ha convertido en una necesidad indispensable para la toma de decisiones en las empresas.

Por Andrés Laguna, consultor senior en NITID / 18 de septiembre de 2024

Las decisiones estratégicas que adoptan los gobiernos nacionales, las organizaciones supranacionales y los organismos multilaterales impactan invariablemente el quehacer de las empresas, sobre todo aquellas en sectores considerados como estratégicos, como el de las telecomunicaciones o el de la defensa.

A la vez, la línea entre “lo público” y “lo privado” nunca había estado tan desdibujada. Los asuntos corporativos van necesariamente ligados al entorno político que los rodea y, más importante, que los regula. En este sentido, la importancia de establecer y mantener una interlocución directa entre empresa y Administración es vital, tanto para los empresarios, como para las instituciones.

Por una parte, las empresas participan de la vida pública para avanzar sus intereses, mejorar su posicionamiento y para convertirse en referentes dentro de sus ámbitos correspondientes, pero los Gobiernos se benefician al mismo tiempo del know-how y la retroalimentación que ofrece la empresa privada en este intercambio.

El lobby es, en definitiva, un ejercicio de escucha social bidireccional. Una conversación constante entre empresa y Gobierno, cimentada en la confianza mutua y el intercambio de información relevante, reduce la incertidumbre para ambos actores.

A nivel europeo, las instituciones en Bruselas anticipan un robustecimiento de ese diálogo. En el discurso previo a su reelección, la presidenta de la Comisión Europea Úrsula Von der Leyen, destacó la movilización de inversiones privadas como un motor para mejorar la competitividad del bloque y para avanzar el desarrollo tanto de tecnologías estratégicas (como el 5G o la computación cuántica), como el de industrias indispensables (como la agropecuaria).

Von der Leyen también ha propuesto la creación de un Fondo Europeo para la Competitividad y una Unión de Ahorros e Inversiones a nivel europeo.

La Comisión reconoce que la movilización de capitales privados debe ir acompañada de financiación pública que, como ha indicado la presidenta, apuntará hacia ayudas que promuevan el Clean Industrial Deal. Esto abre una serie de oportunidades interesantes para empresas en sectores estratégicos.

De aquí surge el segundo elemento necesario para reducir la incertidumbre. Si bien el diálogo con las Administraciones locales, nacionales y europeas brindan claves importantes sobre su actuar, es la labor de inteligencia la que permite anticipar la dirección política de sus decisiones.

Tradicionalmente orientada hacia la competitividad de las empresas con respecto a otras dentro de su entorno, el trabajo de inteligencia ha evolucionado a englobar otras áreas de actuación, incluyendo la de los asuntos públicos, siendo uno de los pilares principales en la construcción del diálogo con la Administración. En otras palabras, sin inteligencia aplicada al lobby por parte de la empresa no puede haber una interlocución efectiva para ninguna de las partes.

Von der Leyen señaló que “nuestras compañías necesitan previsibilidad (‘predictability’) para sus inversiones y para innovar”. Si bien las instituciones europeas, como es el caso de la Comisión que ahora se renueva, se han mostrado abiertas a apoyar a las empresas a reducir incertidumbres, las empresas deben contar con capacidades propias para poder adelantarse y convertirse ellas en fuentes de consulta para la Administración que, en torno, permitan mantener las relaciones y facilitar el diálogo con los actores políticos.

Contar con inteligencia sólida, respaldada por métodos de investigación y análisis exhaustivos, permite a los actores privados formular mejores estrategias de asuntos públicos, sobre todo ante las nuevas oportunidades que se abre en esta nueva legislatura europea y los riesgos que suponen eventos en el gran tablero geopolítico que, a pesar de las distancias, impactan la política nacional y, por tanto, las decisiones que regulan nuestras industrias.

No se trata de contar con una bola de cristal, ni hacer adivinanzas. Todo lo opuesto. La labor que realizan las unidades de inteligencia en las empresas (o las consultoras contratadas para realizar esas tareas) consiste principalmente en plantear todos los escenarios y desenlaces posibles de las decisiones que puedan o no tomar los actores públicos y las consecuencias de eventos bélicos o movidas políticas en el extranjero.

La inteligencia aplicada al lobby consiste también en el estudio político y psicológico de los interlocutores públicos con los que trata la empresa, de forma que tenga claro su contexto, sus prioridades y sus intereses.

Cada vez más, las grandes empresas en España valoran el trabajo de la inteligencia aplicada a los asuntos públicos. Sin embargo, los principios que fundamentan esta disciplina no son exclusivos a las IBEX 35. Son aplicables a todo tipo de empresa u organización que quiera aprovechar las oportunidades de crecimiento que ofrece su entorno regulatorio.

Por tanto, promover la cultura de inteligencia no es solamente un paso insustituible para dirigirse ante los poderes públicos, sino una tarea necesaria para aumentar la competitividad de nuestras empresas.