En el corazón del barrio de Justicia, Snake Bar, la apertura que ha revolucionado la escena madrileña con su coctelería de autor, su homenaje a la cultura pop y una propuesta gastronómica para compartir, presenta su rincón más reservado: El Clandestino. Oculto bajo el local, atravesando las entrañas de la cocina y los pasillos donde late la energía del servicio, se oculta un reservado clandestino diseñado para quienes buscan intimidad y el privilegio de desaparecer del mapa sin salir de la ciudad.
Por Redacción, 19 de diciembre de 2025
El Clandestino gira en torno a una mesa imperial donde todo sucede, acompañada de una zona de sofás y sillas que invitan a alargar la conversación. Una barra propia, permite disfrutar de los cócteles más reconocibles de Snake Bar en un entorno más tranquilo y personal. La carta mantiene el ADN de la sala principal: platos para compartir y una propuesta pensada para dejarse llevara puerta cerrada.
“El lujo es que nadie más sepa dónde estás.”
“No está en Google, ni falta que hace.”
Así se resume el espíritu de El Clandestino: una experiencia que no busca ser descubierta, sino vivida, para quienes prefieren que su plan no salga en ninguna parte. Un refugio donde la conversación, música y coctelería comparten protagonismo, pensado para celebraciones privadas, comidas de equipo o grupos que simplemente quieren estar a su aire.
La apertura de este espacio consolida a Snake Bar —creación de GLH Singular Restaurants— como un punto de encuentro versátil en Justicia. Concebido como homenaje a las décadas irreverentes de los 70, 80 y 90, Snake se ha convertido en el nuevo templo del afterlunch madrileño y en escenario de noches legendarias. Su puesta en escena —cargada de guiños a la cultura pop, luces envolventes y una atmósfera que atrapa— ha transformado el ritual del afterlunch y la noche en algo más profundo: una celebración de lo que sucede cuando se está en el lugar correcto, a la hora exacta.








