4 de noviembre de 2025
En la agenda de cualquier comité directivo, el marketing ocupa hoy un lugar distinto al de hace una década. Lo que antes se consideraba un área creativa se ha convertido en un eje estratégico del negocio. Las marcas ya no compiten solo por visibilidad, sino por relevancia, reputación y rentabilidad. Y, en ese cambio, muchos profesionales han descubierto que entender de campañas ya no es suficiente: hay que entender de empresa. Por ello, en los últimos años ha crecido la tendencia entre los profesionales del marketing que deciden formarse con un MBA (Master of Business Administration). En sitios webs especializados como Ranking MBA puede observarse cómo la demanda de estos programas va en aumento de forma constante, especialmente entre perfiles de marketing y comunicación que buscan una visión más completa del negocio.
Del impacto creativo a los resultados empresariales
La función del marketing se ha desplazado del terreno emocional al racional sin perder su esencia. Hoy, los directores de marketing deben justificar presupuestos, leer balances y anticipar el impacto financiero de cada decisión. Los datos han dejado de ser un soporte para las presentaciones: son el punto de partida de la planificación estratégica de la empresa.
Adquirir formación en dirección de empresas a través de un MBA aporta precisamente esa visión transversal que permite conectar la creatividad con el negocio. Aquellos profesionales que han estudiado un MBA saben leer la lógica detrás de las cifras, medir la rentabilidad de una acción y participar en la conversación sobre resultados con el equipo directivo.
Qué aporta un MBA a un profesional de marketing
El aprendizaje en un Máster en Dirección y Administración de Empresas va más allá de adquirir conocimientos sobre teoría empresarial. Supone incorporar una manera nueva de pensar. En un MBA, los profesionales del marketing se enfrentan a decisiones que exigen tener criterio financiero, capacidad analítica, de resolución y liderazgo. Aprenden a priorizar, a planificar con realismo y a interpretar diversos escenarios.
Para un perfil de marketing, esto se traduce en tres habilidades clave:
- Pensamiento estratégico. No se trata solo de crear campañas, sino de diseñar planes que conecten comunicación, negocio, producto y mercado.
- Liderazgo de equipos multidisciplinares. El marketing actual implica coordinar perfiles de datos, tecnología y contenidos. Dirigirlos requiere método y empatía.
- Capacidad de análisis. Las decisiones deben basarse en evidencias: interpretar métricas, valorar riesgos y justificar inversiones se ha vuelto parte del trabajo diario.
En este sentido, los profesionales que buscan seguir creciendo pueden encontrar en este artículo sobre cómo mejorar la carrera en publicidad y marketing una reflexión complementaria sobre las competencias que en la actualidad son mucho más valoradas por las empresas del sector.
Del departamento creativo a la mesa de dirección
Formarse en dirección de empresas cambia el papel del marketer dentro de la organización. Pasa de ejecutar acciones a influir en las decisiones. En lugar de ser el portavoz de la marca, se convierte en interlocutor entre la dirección y el cliente. Habla el mismo lenguaje que los financieros, entiende la lógica de operaciones y puede traducir los objetivos de la empresa alineados en estrategias de comunicación coherentes.
Algunos de estos desafíos de gestión también se reflejan en las agencias, que han tenido que adaptar su estructura interna a un entorno más competitivo. En este análisis sobre los retos de la gestión empresarial en las agencias de comunicación se examina cómo la planificación y la visión directiva se han convertido en factores esenciales para sostener el crecimiento del sector.
Esta evolución no resta espacio a la creatividad; la fortalece. Cuando las ideas se desarrollan con planificación, objetivos claros y criterios de negocio, dejan de ser intuiciones aisladas y se convierten en estrategias capaces de generar resultados tangibles e intangibles.
La red profesional: un aprendizaje que continúa
Otro de los efectos menos visibles —pero más determinantes— de la formación directiva, como es un MBA, es la red de contactos que se genera. En las aulas conviven perfiles de distintas industrias y países, lo que amplía la forma de entender el negocio y la comunicación. Para quienes trabajan en marketing, compartir un espacio de aprendizaje con profesionales de las finanzas, tecnología, humanidades o de la ingeniería permite comparar enfoques, experiencias de éxito y fracaso, aprender de otras industrias y aplicar esa perspectiva al propio trabajo.
Ese intercambio de experiencias crea una red profesional que sigue activa mucho después de finalizar el programa. Los antiguos alumnos mantienen el contacto, comparten casos reales y siguen aprendiendo unos de otros. Temas que antes se veían como exclusivos del departamento de marketing —como la innovación o la reputación— hoy se abordan desde una perspectiva más amplia, que conecta comunicación, negocio y estrategia corporativa.
Un perfil más preparado para un entorno incierto y cambiante
El marketing actual necesita perfiles capaces de conectar datos, narrativa y gestión. Profesionales que comprendan cómo una decisión de comunicación afecta a la cuenta de resultados y cómo una decisión financiera puede transformar la percepción de la marca.
La formación en dirección de empresas no sustituye la experiencia, pero la estructura y la orienta. Aporta método, lenguaje común y visión global. Enseña a pensar en márgenes y en métricas, pero también en propósito y reputación todo coherentemente alineado con los objetivos estratégicos de la empresa.
En un entorno donde cada decisión se mide y cada euro cuenta, el profesional que entiende la lógica del negocio y domina el arte de comunicar se convierte en un activo estratégico para cualquier tipo y tamaño de organización.
En definitiva, el marketing ha dejado de ser el departamento de las ideas para convertirse en el área donde se cruzan la estrategia, la gestión y la marca. Quienes han incorporado la visión empresarial que aporta un MBA tienen hoy más herramientas para liderar, decidir y hacer crecer la organización.
No se trata de dejar de ser creativos ni de relegar la formación en comunicación y marketing, sino de incorporar criterio de gestión empresarial avanzada, como el que ofrecen los programas MBA, a la creatividad. En esa combinación —entre análisis y relato, entre propósito y rentabilidad— se define el perfil del nuevo profesional del marketing y la comunicación.








