viernes, diciembre 5, 2025

El valor estratégico de los ‘Town Halls’: cómo conectar con los empleados y no morir en el intento

ARTÍCULO DE CARLOS LÓPEZ PEREA (ESTUDIO DE COMUNICACIÓN) / Desde hace unos años, en el día a día de las empresas se ha implantado la costumbre de realizar reuniones generales -ya sea de forma telemática o presencial- en las que los empleados de todos los niveles reciben información de primera mano de la dirección y tienen oportunidad de hacer preguntas o dar su opinión sobre cuestiones concretas relacionadas con la compañía. Son los denominados ‘Town Halls’ y su finalidad es “fomentar una comunicación transparente y un alineamiento en la organización”, ChatGPT dixit.

Por Carlos López Perea, consultor senior de Estudio de Comunicación / 19 de agosto de 2025

Desde un ángulo más preciso, también podrían definirse como reuniones en las que toda la plantilla toma conocimiento de decisiones que se adoptan a puerta cerrada en los despachos de la gerencia. Y esto se produce en el mismo momento y de la misma forma, y con la posibilidad de debate interno. Con ello se evita que estas noticias, que pueden tener que ver con resultados, estrategia, cambios estructurales, etc. de la compañía, se propaguen de forma discrecional por el boca a boca o de departamento en departamento y su difusión no llegue a todo el mundo a la vez. O incluso algo peor: que los empleados se enteren por la prensa de asuntos de la empresa que les afectan más que a nadie. Atajan, por tanto, los rumores.

Además, su formato se adapta a las necesidades de todas las compañías, con independencia de su tamaño, tengan unos cuantos trabajadores en un lugar específico o miles repartidos por distintos países.

La gran ventaja de realizar estos encuentros es que la comunicación en directo, ya sea en una sala física o virtual, casi siempre es más atractiva que un correo electrónico o un memorando. La mayoría de los empleados prefiere escuchar los mensajes del CEO en lugar de leerlos en la pantalla del ordenador porque le permite entender mejor el ‘big picture’ de la compañía.

«La mayoría de empleados prefiere escuchar los mensajes del CEO en lugar de leerlos en la pantalla del ordenador»

Está demostrado que transmitir un mensaje verbalmente y, sobre todo, en persona suele otorgar una percepción más precisa de su significado. Las variaciones en tono, volumen, ritmo e inflexión -lo que se conoce como paralenguaje- son señales implícitas en la cercanía que ayudan a interpretar mejor lo que se escucha. Una simple expresión facial o un gesto corporal a veces transmite más información que las propias palabras, lo que dota al mensaje de mayor veracidad.

Este efecto se multiplica en entornos críticos como el anuncio de decisiones trascendentes por parte de una empresa, en momentos de conflictos de equipo o de confusión sobre la política implementada, así como en situaciones de ineficiencia operativa. En los ‘Town Halls’, al ser una plataforma interactiva, todos estos temas pueden debatirse de forma transparente y resolverse con rapidez, lo que previene problemas mayores más adelante, ya que el empleado tiene derecho de réplica para compartir sus inquietudes dentro de un coloquio abierto. Con ello, se suele generar una mayor implicación por parte de la plantilla y también se engrasa la conexión con los mandos superiores, lo que potencia la confianza en su gestión y el sentimiento de pertenencia en la organización. Y esto tiene siempre un impacto positivo en el rendimiento.

Según una encuesta realizada por la consultora Gallup, las empresas con un alto nivel de compromiso por parte de los empleados experimentan un aumento del 21% en la productividad en comparación con aquellas con un compromiso bajo. Asimismo, de acuerdo con la prestigiosa revista especializada en liderazgo empresarial Harvard Business Review, una comunicación efectiva puede mejorar la moral y la entrega de los empleados, y ayuda a eliminar los compartimentos estancos, promoviendo una transparencia que la plantilla valora. En síntesis, cuando los trabajadores se sienten informados y partícipes en las decisiones de la empresa, se fortalece la lealtad y la implicación con el proyecto.

Algunas compañías prefieren celebrar estas reuniones regularmente, con periodicidad mensual o trimestral, y otras optan por convocar a la plantilla cuando es necesario para informar sobre un asunto concreto. Un informe de la firma de consultoría estratégica McKinsey realizado en 2025 señala que las principales organizaciones reconocidas por su elevado nivel de compromiso realizan reuniones tipo ‘Town Hall’ de forma mensual. Se recomienda que su duración sea de entre 35 y 45 minutos y no más, ya que la gente comienza a perder la concentración pasado ese tiempo, según un estudio realizado por Microsoft en 2024. Por eso, los encuentros que mejor funcionan no se alargan, ya que ese intervalo es suficiente para tratar de manera concisa los temas clave sin que se pierda la atención del público.

En cualquier caso, lo importante es que cada vez que se celebren tengan un propósito claro: compartir noticias, explicar nuevas iniciativas o pedir la opinión de los empleados. En este sentido, es fundamental ser creativos. Plantear rondas de preguntas y respuestas, encuestas, sesiones de trabajo en grupo… Todo ello crea un ambiente dinámico donde se anima a los empleados a compartir sus ideas y se genera una atmósfera de escucha activa en la que unos aprenden del éxito de los otros.

En definitiva, contar con espacios para obtener ese feedback es clave para que el ciclo de participación se mantenga vivo y todos entiendan la estrategia de la compañía. De ese modo, los ‘Town Halls’ se convierten en un instrumento transformador de la cultura empresarial, que refuerza la percepción de que la organización valora al empleado, lo cual mejora la retención del talento y reduce la rotación.

Sin embargo, ese gran potencial puede quedar en la nada si no se gestionan adecuadamente estas reuniones. Si los empleados aprecian que su tiempo se malgasta con simples presentaciones de alto vuelo sin interacción verdadera, pueden caer en la decepción y desconectar. Su efectividad depende de un enfoque estratégico que permita generar una experiencia valiosa para el trabajador.

Y este desencanto es una realidad que cada vez es más palpable en los comentarios que hacen los empleados en las redes sociales. Es común leer opiniones en las que se califican de “farsa” a los ‘Town Halls’ porque perciben que la comunicación solo fluye aguas abajo, sin un diálogo abierto con el personal, y que sirve más para aparentar que para escuchar de verdad. Como resultado, pueden convertirse en eventos monótonos.

Para muchos este tipo de lenguaje busca aparentar inteligencia y profesionalismo, engalanando el trabajo común con una vestimenta técnica. “Si no puedes explicarlo de forma simple y directa, o no entiendes de lo que hablas, simplemente me estás haciendo perder el tiempo”, advertía otro empleado, en una muestra de la saturación y la frustración que genera el uso excesivo de esta terminología.

Este es un aviso que las empresas no deberían echar en saco roto. A fin de cuentas, una buena comunicación es la base de un liderazgo sólido.