lunes, diciembre 15, 2025

Rosalía y la comunicación se llevan «buenamente» (¡tra-tra!)

ARTÍCULO DE IVÁN CASTILLO (ATREVIA) / El mal querer (2018) lo cambió todo. Antes, Rosalía había publicado Los Ángeles, un álbum de corte experimental y de recorrido limitado fuera de los círculos especializados, pero fue con El mal querer cuando el fenómeno estalló. Aquella obra no solo redefinió el flamenco contemporáneo: optó por una forma de concebir el álbum como relato cerrado, con principio y fin, en el que cada canción tenía un lugar y un sentido dentro de una narrativa mayor. En una era dominada por los singles sueltos, aquel fue un gesto casi contracultural: reivindicar el disco como objeto narrativo y artístico (algo que no es nuevo, pero que está en peligro de extinción por los actuales hábitos de consumo).

Por Iván Castillo, director de Asuntos Corporativos de ATREVIA Norte / 7 de noviembre de 2025

Siete años después, Rosalía vuelve a esa idea de totalidad con LUX. Si Motomami (2022) fue una explosión de ritmo y fragmentación digital, LUX (por lo poco que hemos podido escuchar antes de su lanzamiento) propone justo lo contrario: una experiencia cohesionada, mística y deliberadamente secuenciada. Es un álbum que aspira a escucharse de principio a fin, y al mismo tiempo, una operación de comunicación medida al milímetro.

Promoción y performance

El 7 de noviembre de 2025 ve la luz LUX, su cuarto álbum de estudio y quizá el lanzamiento musical más esperado del año. Desde su título (“luz” en latín), el proyecto anuncia una intención simbólica y estética. No es casualidad: todo lo que rodea a LUX está pensado para iluminar una nueva etapa, tanto artística como mediática.

La campaña ha sido una coreografía precisa de gestos visuales, silencios estratégicos y apariciones calculadas. Los teasers en Times Square y en la Gran Vía madrileña, los visuales minimalistas y la iconografía casi religiosa anticipaban un relato de transformación. Rosalía ha vuelto a demostrar que domina el terreno híbrido entre música, arte y comunicación: lo que otros artistas tratan como promoción, ella lo convierte en performance.

En términos estratégicos, LUX busca reposicionar la marca Rosalía en el territorio de la alta cultura (consolidando su perfil como creadora total más que como estrella pop) y, al mismo tiempo, mantener su presencia mediática global equilibrando el prestigio con la capacidad de generar conversación masiva.

El álbum, grabado con la London Symphony Orchestra bajo la dirección del islandés Daniel Bjarnason, incluye colaboraciones con Björk, Yves Tumor, Carminho o Estrella Morente. Esa selección de nombres no responde a la búsqueda de viralidad, sino a una narrativa: la de una artista que se rodea de figuras con legitimidad artística y peso simbólico.

De la calle a la sinfonía: la arquitectura de campaña

Antes del anuncio oficial, la artista desplegó una estrategia de teasing que mezcló marketing urbano y comunicación experiencial. Carteles sin texto, símbolos luminosos y acciones efímeras en espacios públicos funcionaron como detonadores de conversación. Este tipo de comunicación, basada en la anticipación y la curiosidad, convierte el silencio en herramienta narrativa.

En el plano digital, Rosalía dosificó la información con precisión quirúrgica: título, fecha, portada, colaboradores y, finalmente, el primer sencillo, Berghain, un tema en inglés y alemán que mezcla orquesta, electrónica y liturgia. Cada paso reforzaba la idea de que LUX no era un lanzamiento más, sino el comienzo de una nueva era.

La decisión de publicar tres canciones adicionales solo en las ediciones físicas (vinilo y CD) responde a una lógica de branding: la escasez como valor. En una industria dominada por la inmediatez del streaming, la artista convierte el formato físico en símbolo de exclusividad y compromiso.

La narrativa de la luz

El discurso de LUX se articula en torno a tres ejes (la espiritualidad, la identidad femenina y la trascendencia) que Rosalía ha descrito como una “ofrenda”, una forma de devolver algo a aquello que la ha elevado. Las letras, que combinan castellano, inglés, catalán, portugués y fragmentos en latín, refuerzan la idea de universalidad.

Dividido en cuatro movimientos, el álbum se presenta casi como una sinfonía, un gesto que refuerza su ambición artística y da sentido a su estructura comunicativa. No se trata solo de música: es un producto concebido como experiencia estética completa, en la que sonido, imagen y discurso están milimétricamente alineados.

Crisis y control: la gestión de la filtración

A dos días del lanzamiento, LUX se filtró parcialmente en redes y foros. La reacción fue inmediata. El equipo de Rosalía activó una respuesta coordinada: acelerar los contenidos oficiales, reforzar el discurso conceptual y redirigir la conversación hacia la expectación legítima. Lejos de empañar el lanzamiento, el incidente sirvió para subrayar el nivel de interés que generaba el proyecto.

En términos de comunicación, la gestión fue impecable: reconocimiento del hecho, control del tono y reposicionamiento rápido del mensaje. Un ejemplo claro de cómo convertir una crisis potencial en una oportunidad narrativa.

Métricas y resultados: del ruido a la reputación

Los primeros indicadores confirman el impacto. El sencillo Berghain debutó en el número uno en España y logró entrar en las listas globales de Spotify y Billboard. Las ediciones físicas se agotaron en 48 horas, y el hashtag #LUXRosalía superó los diez millones de visualizaciones en TikTok en menos de una semana.

Pero el dato más relevante no está en las cifras, sino en el tipo de cobertura mediática generada. Donde antes se hablaba de “fenómeno pop”, ahora se escribe sobre “obra conceptual” o “sinfonía espiritual”. En comunicación, ese desplazamiento semántico (de la popularidad a la legitimidad) es el auténtico KPI del proyecto.

Rosalía y su equipo han gestionado un producto cultural como una marca de lujo:

  • El producto es el mensaje: las decisiones creativas refuerzan la estrategia mediática.
  • La escasez crea valor: las exclusivas físicas y los silencios intencionados multiplican la expectación.
  • La coherencia genera reputación: cada aparición pública sostiene el relato general.
  • La logística también comunica: los incidentes pueden reforzar el discurso si se gestionan con agilidad y narrativa. Cabe la duda razonable de si, algún día, sabremos si esos incidentes fueron o no intencionados.

LUX es música, sí, pero también es comunicación. En ese equilibrio entre arte y marketing, Rosalía (y su equipo) sigue siendo, además de una artista, una estratega que convierte cada lanzamiento en un acontecimiento cultural.