martes, diciembre 9, 2025

¿El ocaso del metaverso?: lecciones de comunicación en tiempos del hype tecnológico

ARTÍCULO DE ALBERTO RODRÍGUEZ (IRAZUSTA COMUNICACIÓN) / Hace unos años, el metaverso se presentaba como la revolución digital definitiva, capaz de transformar nuestra manera de comunicar, informarnos y relacionarnos. Hoy, tras pérdidas multimillonarias, adopción limitada y la irrupción de la inteligencia artificial, la promesa se ha enfriado. Desde la comunicación, el caso del metaverso ofrece aprendizajes clave sobre cómo transmitir innovación y conectar con audiencias, aunque también hay ejemplos de éxito que muestran su potencial en nichos específicos.

Por Alberto Rodríguez, subdirector de Irazusta Comunicación / 9 de diciembre de 2025

Hace no tanto, el metaverso se dibujaba como un horizonte inevitable: mundos virtuales tridimensionales, avatares con vida propia y redacciones inmersivas que cambiarían el periodismo. En mi artículo, El Metaperiodismo: La adaptación del periodismo al metaverso, defendía que la tecnología permitiría ruedas de prensa virtuales, corresponsales digitales y experiencias informativas inmersivas. Hoy, sin embargo, la narrativa ha cambiado. Lo que antes parecía inminente se ha ralentizado y, en algunos casos, retrocedido, y buena parte de esa caída se entiende desde la comunicación.

El primer factor es la brecha entre expectativa y realidad. El metaverso, tal como lo soñaba Meta, requería inversiones colosales en hardware, desarrollo de entornos virtuales y plataformas de interacción. Reality Labs, la división encargada de este proyecto, ha acumulado pérdidas multimillonarias mientras los ingresos generados apenas alcanzaban para sostener el gasto. Desde la perspectiva comunicativa, esto muestra que un mensaje prometedor necesita respaldo tangible; de lo contrario, se convierte en humo y pierde credibilidad ante la audiencia. La narrativa del “mundo virtual definitivo” chocó con la realidad de cifras negativas y expectativas incumplidas, debilitando la confianza en el relato.

El hardware necesario para acceder al metaverso también constituyó un obstáculo para la comunicación. Visores voluminosos, incómodos y costosos alejaban al público general, restringiendo la adopción a un nicho reducido. Para quienes trabajamos en medios y estrategias de comunicación, esto implica que cualquier plan basado en experiencias inmersivas debe considerar la accesibilidad y la comodidad del usuario; de lo contrario, el mensaje no logra propagarse.

Además, la indefinición del valor real para el usuario resultó crítica. Más allá del hype, muchos mundos virtuales no ofrecían razones claras para integrarse en la vida cotidiana, especialmente frente a redes sociales, videollamadas o aplicaciones de mensajería que ya cumplían esas funciones. La comunicación, en este contexto, demuestra que una historia fascinante por sí sola no basta; necesita responder a necesidades concretas y cercanas a la audiencia. La falta de propósito convirtió al metaverso en un experimento interesante pero periférico, y limitó la capacidad de generar un relato convincente.

La fragmentación y la falta de interoperabilidad entre plataformas virtuales añadieron un obstáculo más. Un metaverso coherente requiere estándares compartidos y espacios donde diferentes actores puedan interactuar sin barreras técnicas. La realidad fue otra: plataformas cerradas y comunidades aisladas dificultaron la construcción de un relato global y convincente. Para la comunicación, esto significa que un mensaje pierde fuerza si no existe un ecosistema capaz de sostenerlo.

A esta compleja ecuación se sumó la irrupción de la inteligencia artificial. Recientemente, Meta ha decidido recortar buena parte de su presupuesto destinado al metaverso y redirigir recursos hacia desarrollos de IA con resultados más inmediatos y tangibles

Desde la perspectiva comunicativa, este giro refleja cómo los relatos de futuro se reconfiguran ante la urgencia de resultados presentes. Lo que antes se contaba como horizonte inevitable ahora se ajusta para comunicar logros concretos, visibles y aplicables a la vida cotidiana de los usuarios.

Sin embargo, el metaverso no ha desaparecido del todo. Existen ejemplos de éxito que muestran su potencial cuando se aplica de manera estratégica y con un propósito claro. Un caso destacado es la Escuela STEAM de la Universidad Europea, que ha integrado entornos virtuales para fomentar la educación inmersiva, la colaboración interdisciplinaria y la formación práctica en espacios tridimensionales. Como señala Marta Esquina, especialista en tecnología en Telefónica: “El metaverso sigue siendo una herramienta valiosa para proyectos educativos y de innovación. Cuando se aplica con objetivos claros, puede transformar la manera en que aprendemos y colaboramos, incluso si su adopción masiva aún no se ha consolidado.”

Además, algunas marcas han logrado resultados impactantes mediante experiencias inmersivas muy concretas. Gucci, por ejemplo, se asoció con Roblox en 2021 para crear el evento virtual Gucci Garden, donde los usuarios podían explorar salas temáticas y personalizar sus avatares, atrayendo a 19 millones de asistentes. Vans, por su parte, desarrolló Vans World, un skatepark interactivo en 3D dentro de Roblox, con competiciones, personalización de objetos y experiencias de skate virtual. Incluso Adidas y otras marcas participaron en la Semana de la Moda Metaversa organizada por Decentraland, mostrando colecciones NFT y wearables digitales que los avatares podían usar dentro de la plataforma. Estos ejemplos muestran que, cuando se define un objetivo claro y un público concreto, el metaverso puede generar experiencias memorables y medibles.

El metaverso, entonces, se transforma de promesa absoluta a laboratorio de lecciones sobre cómo comunicar innovación en un mundo donde la tecnología avanza más rápido que las expectativas. Para los comunicadores, esto implica aprender a equilibrar el entusiasmo por lo novedoso con la claridad y relevancia de los mensajes. Más allá del hype, la innovación solo tiene sentido si se comunica de manera que responda a necesidades reales, conecte con audiencias y aporte un valor tangible.