viernes, diciembre 5, 2025

Josefina Bustamante (Bel Community): «Los testimonios y la autenticidad de la historia son tácticas fundamentales en el marketing educativo»

Josefina Bustamante, CEO y cofundadora de Bel Community, analiza las claves y tendencias del marketing educativo, desde su experiencia como creadora de una app que permite acceder a los mejores profesore y adaptar la enseñanza a los propios ritmos de los alumnos.

14 de octubre de 2025

    La pandemia fue, sin duda, un punto de inflexión. Aceleró la adopción digital al mostrar que muchas cosas podían hacerse de manera remota sin perder calidad ni cercanía. Antes, pensar en una clase online era casi impensable; hoy, es una opción natural para miles de familias.

    Pero lo más importante es que esta transformación también nos enseñó algo esencial: la tecnología no sustituye al vínculo humano, lo potencia cuando se usa con propósito y equilibrio. En educación, eso significa que no se trata de poner más pantallas, sino de usar la tecnología para personalizar, acompañar y ampliar las oportunidades de aprendizaje, sin perder la calidez del contacto humano.

    Sabemos que muchas familias hoy buscan justamente ese equilibrio. Que sus hijos aprendan a usar la tecnología de forma segura, crítica y responsable, sin depender de ella todo el tiempo. Y ese es, precisamente, el desafío del futuro educativo: enseñar a convivir con la tecnología de manera consciente.

    Gracias a la digitalización, hoy los estudiantes pueden acceder a los mejores profesores, sin barreras geográficas, y adaptar su aprendizaje a sus propios ritmos. Pero el foco no es la pantalla: el foco sigue siendo el alumno, su bienestar y su desarrollo integral.

    Sí, sin duda. Las plataformas digitales, y especialmente la inteligencia artificial, han cambiado las reglas del juego. Hoy las familias saben que la personalización ya no es un lujo: es posible, accesible y marca una enorme diferencia en cómo cada alumno aprende.

    Eso ha elevado el nivel de exigencia, pero de una manera muy sana. Los padres ya no buscan solo clases online, buscan experiencias adaptadas, seguimiento real del progreso, profesores que entiendan a sus hijos y tecnología que los ayude a avanzar a su propio ritmo.

    En Bel vemos esa transformación todos los días. Las familias quieren resultados, pero también cercanía, comunicación y un acompañamiento emocional. Y la buena noticia es que la tecnología, usada con propósito, puede ofrecer justamente eso: una educación más humana, más personalizada y más eficaz.

    Creo que hoy la credibilidad nace de la combinación entre tecnología y comunidad. La tecnología por sí sola no genera confianza, pero puede acercar a las personas adecuadas, crear vínculos y amplificar lo que antes solo ocurría por recomendación personal.

    Las familias confían cuando sienten que el profesor comparte su forma de ver la educación, que entiende el contexto de su hijo o que pertenece a una comunidad cercana (sea su colegio, su barrio o su sistema educativo).

    Y ese “encuentro entre iguales” es justamente lo que buscamos potenciar con la tecnología: que encontrar un buen profesor no dependa del azar ni del boca a boca, sino de una plataforma que entienda qué hace que una relación educativa funcione.

    Por eso, creemos en la tecnología humanizada: porque la base de la educación sigue siendo la confianza.

    Los mensajes que mejor funcionan son los que refuerzan nuestro propósito y lo traducen de forma sencilla: «cuéntanos qué necesitas». Cuando comunicamos desde lo esencial: ayudar a cada niño a aprender a su manera, el mensaje llega, porque es claro, auténtico y relevante para cualquier familia.

    En campañas más amplias, lo que conecta es la simplicidad y la utilidad: “¿necesitas un profesor particular o una pedagoga de calidad? Aquí estamos”. No hace falta adornarlo demasiado, porque detrás hay una necesidad real y una solución tangible.

    Y cuando hablamos con familias con las que trabajamos, los testimonios son lo más poderoso. No hay nada más creíble que escuchar a otro padre o madre contar cómo su hijo recuperó la confianza o cómo un profesor logró despertar el interés por aprender.

    En definitiva, lo que más conecta no es el formato, sino la autenticidad de la historia que contamos. Y eso solo se logra cuando la comunicación nace desde la experiencia real de nuestra comunidad.

    En realidad, no hemos tenido que adaptarnos, porque Bel nació desde la personalización. Está en nuestro ADN. No es una tendencia que seguimos, sino el punto de partida de todo lo que hacemos.

    Desde el primer contacto, invitamos a las familias a contarnos la historia de su hijo o hija. No solo preguntamos qué asignatura necesita o qué horarios tienen disponibles, sino qué los motiva a empezar clases, si hay alguna dificultad de aprendizaje, cuáles son sus intereses o cómo es su entorno escolar.

    Porque entendemos que dos niños que necesitan matemáticas pueden tener necesidades completamente distintas.

    Toda esa información nos permite hacer un match verdaderamente personalizado, conectando a cada alumno con el profesor o pedagoga que mejor encaje con su forma de aprender, su ritmo y su mundo.

    Y eso se refleja también en cómo comunicamos: no hablamos de “un servicio de clases particulares”, sino de acompañamiento educativo personalizado.

    Porque la personalización no se explica, se demuestra: en la escucha, en el seguimiento y en los resultados reales de cada familia que confía en nuestra marca.

    La IA será un aliado estratégico y potente. Lo que la educación tradicional no logra personalizar, la IA puede hacerlo y de forma eficiente y asequible: adaptar contenidos, ritmo, formatos y metodologías a cada estudiante. Pero hay algo fundamental: no queremos reemplazar al profesor, sino empoderarlo. La conexión humana sigue siendo el corazón del aprendizaje.

    Con la IA podemos hacer cosas que antes parecían utopías: automatizar el seguimiento del progreso, ofrecer lecciones entretenidas y personalizadas, ajustar estrategias pedagógicas al instante. En nuestro caso, creemos que la IA ya está transformando el aprendizaje: puede hacer que las lecciones sean más atractivas, que el seguimiento sea automático y claro, y que cada estudiante avance según su propio ritmo. Nos ayuda a cerrar la brecha entre lo que antes era utópico y lo que hoy podemos ofrecer de forma real, siempre manteniendo al ser humano en el centro del proceso, potenciando tanto al estudiante como al docente.

    La educación sigue siendo, en gran medida, estándar. Pero los niños no lo son. En Bel nos encargamos de conectar a cada estudiante con el profesor o pedagogo que mejor se adapta a su manera de aprender. Ese profesional puede ser un docente particular o una psicopedagoga, dependiendo de la necesidad y del momento del proceso.

    Además, medimos el progreso de forma clara y transparente con nuestro propio marco de seguimiento, de modo que los padres siempre saben cómo evoluciona su hijo y reciben alertas proactivas cuando se requiere apoyo extra.

    En definitiva, Bel no solo ofrece clases personalizadas, sino que genera visibilidad, conexión y comunicación en tiempo real entre todos los actores: estudiantes, familias y profesionales. No queremos reaccionar ante las dificultades, sino anticiparnos, acompañar y construir confianza en cada paso del aprendizaje.

    El equipo, sin duda alguna. Lo que más me enorgullece es la calidad y el compromiso de los profesionales que forman parte de cada área. No solo creen en nuestro propósito de ofrecer una educación más personalizada y de calidad, sino que además se comprometen con cada familia y docente, entendiendo sus necesidades y acompañándolos de manera cercana.

    Esa coherencia entre lo que decimos, lo que hacemos y la forma en que lo hacemos es la que genera confianza real. Porque al final, la credibilidad no se construye solo con tecnología o procesos: se construye con acciones y personas que demuestran día a día que se preocupan genuinamente por los niños, por su aprendizaje y por su bienestar.

    Creo que en los próximos años veremos una evolución hacia un aprendizaje multimodal, donde los contenidos educativos se parezcan más a la forma en que los estudiantes ya consumen información y se entretienen: combinando texto, video, audio, interacción y práctica.

    La inteligencia artificial hará posible adaptar esos formatos al ritmo y preferencias de cada alumno, creando experiencias más dinámicas y cercanas. Ya no se trata solo de digitalizar el contenido, sino de diseñar experiencias educativas que capten la atención, generen emoción y favorezcan la comprensión real.

    En paralelo, las comunidades seguirán siendo esenciales. Los padres y estudiantes no buscan solo plataformas, sino espacios donde puedan aprender acompañados, compartir experiencias y confiar en las recomendaciones de otros.

    Y herramientas como la gamificación o el microaprendizaje serán grandes aliadas para mantener la motivación y hacer que el aprendizaje encaje mejor en la vida cotidiana.

    En definitiva, el futuro del marketing educativo estará en crear experiencias de aprendizaje personalizadas, inmersivas y humanas, donde la tecnología se ponga al servicio de la conexión, no de la sustitución.